Ya durante mi época de estudiante estaba convencido de la importancia de la medicina orientada al paciente. Comprobé demasiadas veces cómo se trataba a los pacientes según procedimientos esquemáticos sin que ni siquiera llegara a comprenderse el problema en sí. No pocas veces esto conducía a la cronificación, el empeoramiento o incluso la muerte de los pacientes.

En consecuencia, mi visión era un concepto terapéutico que no partiera de la pregunta: “¿Cómo vamos a actuar en este caso; con qué planteamientos estandarizados?”; y no de: “¿Qué necesita esta persona de verdad; qué posibilidades tenemos que poner a su alcance?”. Por eso, para mí, el objetivo esencial es considerar a la persona, con sus necesidades y recursos, como el foco central de la terapia, y no la medicina mecanicista centrada en la enfermedad en sí.

Durante mis estudios complementarios de medicina me di cuenta enseguida de cuán importante son la motivación y el ambiente adecuado para el éxito de aprendizaje. A veces, solo salir del día a día habitual hace posible abrirse a cosas nuevas y aceptar pensamientos diferentes, así como abandonar caminos establecidos. Esto es válido tanto para médicos como para pacientes.

En mi trabajo con pacientes con adicciones, este pensamiento pronto me condujo a renunciar al paradigma de la abstinencia y buscar junto al paciente un camino asequible/óptimo. Me reforzó para este procedimiento el Dr. Luc Isebaert, que ya a mediados de los años 80 introdujo en Brujas su modelo de libertad de elección, y el Prof. Joachim Körkel, que impulsó el modelo del consumo controlado de alcohol. Los motivos anteriormente explicados me impulsaron a reanudar mi trabajo en la isla de Mallorca.

En Mallorca, trabajo con mi equipo libre de las presiones de los sistemas de seguro de enfermedad, que a menudo impiden la práctica de planteamientos terapéuticos razonables, puesto que – aunque sean científicamente demostrables – aún no se incluyen en las disposiciones legales. Nos tomamos la libertad, independentemente de las normas de las entidades que asumen los costes, de averiguar qué medidas resultan razonables y hacen avanzar a los pacientes. Así, probablemente trabajemos de forma más rentable y rápida.

Considero especialmente importante que solo se apliquen procedimientos científicamente reconocidos y que se realice una evaluación científica continua de las terapias.

Mi visión es que este procedimiento, que por ahora es un tratamiento privilegiado que solo puede permitirse quien paga un seguro privado o asume él mismo los gastos, poco a poco vaya siendo reconocido por las cajas de enfermedad legales y se vaya haciendo accesible a un mayor número de personas.

Mi concepto de terapia integral individualizada, unido a otras disciplinas, garantiza el comienzo de una nueva vida con fuerzas renovadas.